Época: Arte Español Medieval
Inicio: Año 1200
Fin: Año 1400

Antecedente:
La Alhambra y el Generalife

(C) Gonzalo Borrás



Comentario

Parafraseando el excelente libro de Emilio García Gómez, la Alhambra no sólo ha sido un monumento en permanente transformación a lo largo del tiempo, sino asimismo en incesable reinterpretación historiográfica, a la que contribuyen tanto los estudios históricos y prospecciones arqueológicas, tuteladas por un Patronato y desde el año 1965 con una revista monográfica excelente, "Cuadernos de la Alhambra", como los estudios filológicos.
Sin duda la renovación de los estudios filológicos ha proyectado en la actualidad un importante foco de antigua luz sobre la Alhambra. Si atendemos a las especiales características del arte islámico, en el que la forma no sigue a la función, ya que una misma forma arquitectónica puede servir para varias funciones y una función determinada puede adoptar diversas formas arquitectónicas a lo largo del tiempo y a lo ancho de la geografía del Islam, se entiende lo importante que es contar con la ayuda filológica para una correcta transcripción y traducción de las inscripciones árabes, que decoran profusamente el monumento.

La Alhambra ha sido calificada como la edición más lujosa del mundo, que consta de un solo ejemplar, en el que el equivalente de las hojas del libro son las paredes. El monumento habla al visitante en primera persona a través de las inscripciones árabes que lo ornamentan, que en muchos casos explicitan la función y el significado de esta arquitectura, o al menos las pretensiones áulicas de los sultanes constructores.

En ocasiones estas inscripciones son de carácter puramente informativo, aludiendo a la fecha de construcción y al sultán que ordena la misma; éste es el caso de las inscripciones conmemorativas en la Puerta de la Justicia o de la Explanada, mandada edificar por Yusuf I en 1348, o de la remodelacíón de la fachada occidental de la Puerta del Vino, ordenada por Muhammad V para conmemorar la victoria de Algeciras en 1369. Otras veces se trata solamente de meras eulogías o expresiones piadosas, incluidas citas coránicas. Sin embargo, las inscripciones más destacadas son textos poéticos, escritos por los poetas áulicos de los sultanes nazaríes, a través de los que se exalta la forma, función y significado de la arquitectura granadina, fuente primordial de interpretación de la intencionalidad política de la dinastía nazarí.

Tradicionalmente, a partir del discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia de Madrid de Emilio García Gómez, pronunciado en 1943, sobre Ibn Zamrak, el poeta de la Alhambra, se había considerado a este poeta como el autor de casi todas las inscripciones. Hoy día, tras los estudios de María Jesús Rubiera sobre el poeta Ibn al-Yayyab y los de Saadía Faghia sobre Ibn al-Jatib, la autoría de los poemas de la Alhambra y el Generalife ha quedado correctamente determinada y repartida entre los tres poetas áulicos: Ibn al-Yayyab (1274-1349), Ibn al-Jatib (1313-1375) e Ibn Zamrak (1333-1393). No obstante, aunque Ibn Zamrak ya no puede considerarse como el único poeta de la Alhambra, ya que es el tercero en el tiempo, sin embargo mantiene el primer puesto por la excelente calidad de su versificación.

Los filólogos han dado asimismo importantes pasos en la transcripción y traducción de estos poemas, de modo que a las transcripciones ya históricas del morisco granadino Alonso del Castillo en 1564, o a los estudios de Emilio Lafuente Alcántara, "Inscripciones árabes de Granada" (Madrid, 1859), de Antonio Almagro Cárdenas, "Estudio sobre las inscripciones árabes de Granada" (Granada, 1870), y de Nykl sobre las "Inscripciones árabes de la Alhambra y del Generalife" (Al-Andalus, IV, 1936-39), hay que sumar en la actualidad la serie de transcripciones acometida por Darío Cabanelas y Antonio Fernández Puertas en "Cuadernos de la Alhambra", iniciada a partir de 1974 y sin concluir, y la transcripción y traducción versificada de Emilio García Gómez, "Poemas árabes en los muros y fuentes de la Alhambra" (Madrid, 1985).

Con todo, el aporte más enriquecedor de los estudios filológicos procede de un texto de Ibn al-Jatib, escrito para la celebración del mawlid (fiesta conmemorativa del nacimiento del Profeta) del año 1362. A partir de este texto podemos precisar que la sala de las Dos Hermanas fue construida por Muhammad V durante la primera parte de su reinado (entre 1354 y 1358) y tiene la función de nuevo mexuar del sultán, cuyo trono queda emplazado en el mirador de Daraxa o Lindaraja. Este mexuar de la sala de dos Hermanas tenía función representativa y de aparato, ya que un segundo mexuar con funciones administrativas, que se hallaba anexo, ha desaparecido. En este momento (1362) no se había construido el resto del palacio de Leones, ni el patio ni las demás salas, que debieron edificarse a partir de 1363. Todo ello ha sido glosado por Emilio García Gómez en su obra "Foco de antigua luz sobre la Alhambra" (Madrid, 1988).

La trascendencia del texto de Ibn al-Jatib es decisiva no sólo para las precisiones cronológicas sobre la sala de Dos Hermanas y para la nueva interpretación funcional del palacio de Leones, sino para toda la Alhambra de Muhammad V, concebida con carácter unitario, hasta el punto de que García Gómez niega la concepción aislada del palacio de Comares como tal en época nazarí, considerando esta concepción, como ya se ha dicho, resultado del uso cristiano del monumento.

Con todo lo apuntado hasta el momento, aun a pesar de haber resultado farragoso, el sufrido lector-visitante del conjunto monumental de la Alhambra y el Generalife habrá podido valorar la oportunidad de estas alusiones a la historia del monumento para una adecuada comprensión del mismo, antes de que sus sentidos queden inevitablemente suspendidos por la belleza del arte nazarí.